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Aún recuerdo como si fuera ayer el día en que conocí a Margarito Montes Parra.  Recuerdo su mirada firme mientras cruzaba el salón de reuniones de la Sede del entonces Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT).


Muchos compañeros se congregaban en esa reunión, Alfonso Chanes, Edgard Sánchez, Toño Hernández, Lucinda Nava, Rosalía Peredo, Miguel Barón, Antonio Almazán, Rafael Montalvo, Alma Flores y decenas de compañeros, luchadores sociales, dirigentes sindicales y líderes del movimiento campesino,  quienes esa cálida noche de 1985, celebrábamos con verdadero júbilo los resultados electorales de ese año que habían dado a nuestro partido su primer fracción parlamentaria en la Cámara de Diputados alrededor de la figura de nuestra compañera Rosario Ibarra de Piedra.


Margarito, a su corta edad, era ya un hombre reconocido, como dirigente nacional del PRT y como dirigente de la Central Campesina Revolucionaria Independiente (CCRI), en la que había participado en una gran cantidad de acciones reivindicatorias de la lucha por la tierra en Sonora, en Tlaxcala, en Puebla, enarbolando siempre el derecho de los campesinos a tener un pedazo de tierra para trabajar, un lugar donde los campesinos construyeran su futuro, un futuro en el que la parcela ejidal y la pequeña propiedad, como unidades económicas de producción dieran al campesino y su familia fruto y sustento para llevar una vida digna y decorosa.

 

Para las jóvenes generaciones que participábamos en la lucha social, Margarito era ejemplo a seguir por su gran compromiso con el movimiento y la lucidez que reflejaban las resoluciones que sobre la lucha campesina eran el programa de lucha de nuestro partido.Hombre de acción y militante comprometido por la transformación revolucionaria de la sociedad, Margarito estaba lejos de teorizar solamente el concepto de la lucha campesina en la comodidad de los cafés o en las pláticas de los círculos intelectuales.

Antes de cumplir los 30 años de edad, Margarito Montes Parra, dirigente de la IV Internacional era un hombre que había sabido sortear con éxito las dificultades para llevar personalmente en las montañas solidaridad al movimiento campesino latinoamericano en Bolivia, en Perú, en Nicaragua, en Argentina, en Guatemala, en aquellos años de gran represión fomentada por las dictaduras militares latinoamericanas.

Hombre comprometido con los campesinos de su país, Margarito desde muy joven había participado en las grandes luchas por la tierra en los Valles del Yaqui y Mayo en Sonora, siendo posteriormente dirigente de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA) y de la Central Campesina Revolucionaria Independiente (CCRI), desde donde impulso junto con otros líderes del movimiento Campesino la conformación de la UGOCP en 1986, que dirigió y condujo exitosamente recuperando para los campesinos miles y miles de hectáreas regateadas por los caciques y la burocracia gubernamental a los campesinos de la Cuenca del Papaloapan.

Hombre con una gran lucidez intelectual y estudioso de los movimientos sociales, Margarito había sacado los balances de los triunfos y derrotas del movimiento campesino posterior a la revolución; desde su muy temprana participación en el seno de la lucha agraria, Margarito se dio cuenta que la lucha por la tierra era solo la primera parte de una lucha que debería continuar en un enorme esfuerzo de las organizaciones campesinas por la capitalización y la construcción de los instrumentos organizativos y de financiamiento para que la tierra ganada fuese productiva.Siempre criticó los liderazgos de corta visión que tras encarnizadas y sangrientas luchas por la tierra y tras la conquista de estas, dejaban a la deriva a los grupos agrarios con la tierra conquistada pero abandonados a su suerte en la fase productiva, lo que invariablemente los regresaba a manos de las centrales corporativas que en la gran mayoría de las veces se habían opuesto a sus demandas agrarias.

A Margarito le irritaba terriblemente que una sola hectárea de tierra ganada, a veces regada con la sangre de compañeros caídos en el fragor de la lucha campesina, se enmontara abandonada por la falta de oportunidades para producir o se vendiera ante la necesidad de dinero para lo inmediato.Por ello Margarito siempre trabajo para que de la mano de la lucha agraria se construyeran grandes iniciativas de apoyo para poner a producir la tierra conquistada y entregada a los campesinos: Todos los días Margarito insistía en la necesidad de impulsar el financiamiento, la capacitación, la productividad, la capitalización de las comunidades y ejidos que forman parte de nuestro México Rural.

Por ello todos los días insistía para que se impulsaran y operaran proyectos de producción ganadera, los centros de servicios a la producción agropecuaria, las centrales de maquinaria, los despachos de asesoría técnica, los centros de capacitación, el fondo de aseguramiento, las Uniones de Crédito y las Sofomes, los Centros de Comercialización Agropecuaria y tantas otras iniciativas encaminadas a hacer productivas las tierras de los grupos campesinos, construyendo una gran infraestructura de apoyo a la producción y con ello oportunidades a los campesinos para construir un futuro mejor.

Margarito estaba convencido de que el rezago del campo y la pobreza serían superados mediante la movilización de los enormes recursos productivos existentes en las comunidades y ejidos y esta gran estructura de apoyo a la producción.

Por ello mientras la UGOCP exista y se fortalezca, mientras el trabajo de la UGOCP siga generando desarrollo para los campesinos de este país, el legado de Margarito se seguirá vivo y se mantendrá vigente.Hoy estas tesis y el trabajo para el desarrollo del campo llevado a cabo por una Central Campesina como la UGOCP, son la aportación de Margarito Montes Parra al patrimonio del Movimiento Campesino Mexicano.

Por ello, para la UGOCP, la incapacidad del Gobierno Federal y Estatal para procurar la justicia que Margarito merece y a la que tiene derecho es, sin duda, un factor que alienta la impunidad en aquellos que comenten actos cada vez más violentos en agravio de la sociedad y vulneran la confianza de esta en las instituciones ante la percepción o sospecha de colusión con aquellos a los que deberían castigar.

Por ello, a cuatro años de el atentado que le quito la vida, exigimos a las autoridades del Gobierno del Estado de Sonora y de la Procuraduría General de la Republica que cumpla con su obligacion de esclarecer los asesinatos de Margarito Montes Parra y nuestros demás compañeros.

Margarito Montes Parra

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